Viviendo a altas temperaturas
Si algo ha quedado demostrado en la historia de nuestro planeta, es que la vida se abre paso en las condiciones más adversas. Ya sea en zonas desérticas, en los polos, en los fondos oceánicos… Se han encontrado organismos que han demostrado una capacidad de adaptación extraordinaria a tan difíciles condiciones.
De esta forma, encontramos a los extremófilos, organismos capaces de sobrevivir en estas condiciones extremas: acidófilos (en ambientes de alta acidez), barófilos (altas presiones), radiófilos (soportan altas radiaciones) o hipertermófilos (se desarrollan a temperaturas superiores a los 80ºC).
A este último grupo pertenece el Pyrolobus fumarii. Este tipo de microorganismos, del reino Archea es la especie conocida que mayores temperaturas puede resistir. Concretamente, puede sobrevivir a unos 113ºC, y por debajo de los 90ºC no es capaz de crecer.
Con estas características, podemos suponer que su hogar tiene que contar con esas altas temperaturas de una forma constante. Y lo encontramos en zonas muy profundas, en las paredes de las chimeneas del fondo oceánico. Estas aberturas en la corteza terrestre arrojan constantemente agua caliente muy rica en azufre, que el pyrolobus utiliza para desarrollarse.
Pruebas realizadas en laboratorio con un microbio de esta especie permitieron observar cómo sobrevivía durante 10 horas a una temperatura de 120ºC, muriendo finalmente cuando dicha temperatura se aumentó hasta los 130ºC
De esta forma, encontramos a los extremófilos, organismos capaces de sobrevivir en estas condiciones extremas: acidófilos (en ambientes de alta acidez), barófilos (altas presiones), radiófilos (soportan altas radiaciones) o hipertermófilos (se desarrollan a temperaturas superiores a los 80ºC).
A este último grupo pertenece el Pyrolobus fumarii. Este tipo de microorganismos, del reino Archea es la especie conocida que mayores temperaturas puede resistir. Concretamente, puede sobrevivir a unos 113ºC, y por debajo de los 90ºC no es capaz de crecer.
Con estas características, podemos suponer que su hogar tiene que contar con esas altas temperaturas de una forma constante. Y lo encontramos en zonas muy profundas, en las paredes de las chimeneas del fondo oceánico. Estas aberturas en la corteza terrestre arrojan constantemente agua caliente muy rica en azufre, que el pyrolobus utiliza para desarrollarse.
Pruebas realizadas en laboratorio con un microbio de esta especie permitieron observar cómo sobrevivía durante 10 horas a una temperatura de 120ºC, muriendo finalmente cuando dicha temperatura se aumentó hasta los 130ºC
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